Taller performatividad de la masculinidad.
En Crisálida comienza esta propuesta de Taller que trata de explorar desde la práctica colectiva (feminista, post-feminista y queer) la construcción performativa de la masculinidad, sus beneficios sociales y corporales y sus posibilidades para la acción política. Las participantes aprenderán a practicar la performance de la masculinidad y podrán experimentar el acceso diferencial al espacio público y a la palabra. Tres son los objetivos principales de esta práctica performativa: en primer lugar, desde un punto de vista crítico, se trata de poner de manifiesto el carácter construido de la masculinidad. En segundo lugar, se trata de generar una forma de acción y de visibilidad política de las mujeres que difiere de la del esencialismo feminista y que permite la re-citación subversiva de ciertos códigos culturales de la masculinidad. Por último, el Taller de Performatividad de la Masculinidad es un ejercicio de empoderamiento colectivo y de júbilo político y sexual para las mujeres, sean biomujeres, transgéneros o transexuales, heterosexuales, bisexuales o lesbianas. Por decirlo con una expresión de Félix Guattari, se trata de un ejercicio de «micropolítica celular», con el que intentamos intervenir colectivamente en las tecnologias performativas de inscripción de los códigos culturales del género en la memoria y en la acción corporal. El taller contiene elementos que recuerdan el aporte crítico a la construcción cultural del género de las performances feministas de los 70s y 80s (Woman House Projet, Adrian Piper, Diane Torr, Martha Rosler, etc.). Explora también los recursos de las «estéticas camp» y «butch/fem» basadas en la estilización de ciertos códigos de género.
Trata también de evocar el contexto teórico en el que emerge la cultura Drag King: durante la década de los noventa, diversas autoras como Judith Butler, a partir de los análisis del travestismo llevados a cabo por la antropóloga Esther Newton, o Sue-Ellen Case proponen una definición del género en términos de performance en reacción tanto a la afirmación del feminismo esencialista de una verdad natural o pre-discursiva de la diferencia sexual como a la imposición normativa de ciertas formas de masculinidad y feminidad. Más tarde, la propia Butler y Eve K. Sedgwick, caracterizarán la identidad de género como el resultado de la «repetición de invocaciones performativas de la ley heterosexual.» Esta doble intervención crítica que podría caracterizarse como «giro performativo» ha dado lugar a nuevas interpretaciones de las representaciones de género y de la sexualidad, tanto en el espacio estético como político. Como así también evalúa la utilización de la performance como instrumento político en el activismo feminista y queer contemporáneo.
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